Cuando apareciste en mi vida hace unos meses, eras un cachorro tan adorable que daban ganas de llevarte a casa, pero dejé que el miedo me dominara.
Un cachorro hace que tu vida se convierta en la mas rusa de las montañas. Reclama caricias, juegos, comida, paseos y una atención constante. Desordena tu casa, rompe cosas, juega con tus "tesoros" sin darles ninguna importancia y cuando menos te lo esperas desaparece detrás de un rayo de luz que se ha colado por la ventana, luego regresa como si no hubiera pasado nada con un verso en la boca, te mira y se pregunta, pero... ¿Por que estas tan enfadada, tu no te irías detrás del rayito que entró por la ventana? y te pone el verso entre las piernas y tu ya no piensas nada...
El caso es que si he de ser sincera, a mi también me hace feliz perseguir rayos de luz, saltar en los sillones, jugar con las almohadas y tumbarme en la hierba fresca cuando estoy cansada. Me gusta contar estrellas de madrugada, reírme a carcajadas, compartir tu "fanta de naranja", tomar bocadillos de jamón sentada en el suelo de una plaza... por todo esto y por sentido común he de reconocer que estoy encantada de que no hicieras caso de mis miedos y entraras como un torbellino en mi corazón y en mi casa.
El sepulturero y el crimen de la cripta (Oliver Pötzsch)
Hace 1 semana
1 comentario:
Buena decisión, HELENA. Te felicito. Un beso y hasta pronto.
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