Siempre he sabido que el tiempo pone las cosas en su lugar si se le da la oportunidad. A pesar de mi convencimiento, me cuesta esperar, me angustia enormemente y suelo precipitarme, aunque algunas veces, en un destello de genialidad comprendo que cuando no se sabe que hacer, lo mejor es no hacer nada y entonces el universo toma las riendas y los amigos que se alejarón vuelven, los amores que no saben dejarse querer te toman de la mano la noche entera y duermen placidamente y se levanta un aire fresco en lo mas caluroso del verano que prefuma todos los rincones por donde pasa.
Hoy es un día de esos en los que la vida me enseña que saber esperar tiene recompensa.
Hoy he palpado la felicidad de un amigo del que me separan solo 33 años y sin embargo soy capaz de sentir la felicidad mas inmensa cuando le veo feliz. Mi alma descarada y ávida de sensaciones se me ha salido del cuerpo para rodearlos a él y a su amor mientras se besaban bajo mi balcón, se ha empapado de felicidad e invisible y juguetona a vuelto a mi. Hoy he abrazado a otro buen amigo al que echaba de menos y he sentido que era bueno ese abrazo y me he quedado un ratito acurrucada allí, en mitad de la calle entre sus brazos. Hoy no he tenido miedo de ser yo misma sin disfraces ni argumentos con mi amor, bueno si he tenido miedo, pero he saltado al vacío y he volado...por eso, por la felicidad compartida, por los abrazos y por ese vuelo...hoy soy feliz.