Parece que el verano tocara a su fin, desde mi balcón abierto veo pasar chancletas y sudaderas unidas en un binomio esperanzador, como si los habitantes de la ciudad no se rindieran y el medio día nos fuera a dejar otro día de sol abrasador, pero el sol de hoy es melancólico, casi blanco. Atrás han quedado los días en los que el aire quemaba al respirar en este Madrid que hoy aun no ha levantado las persianas.
Yo como el día, queriendo despertar y desear que todo haya sido un sueño, deseando tropezarme con tu cuerpo si me giro y no me giro, porque sé que tu no estas. Así que resuelvo quedarme aquí, inmóvil, buscando una excusa fácil para obligarme abrir los ojos y empezar a vivir un día mas.